lunes, 7 de diciembre de 2015

Sal Fuera

Pasaje Bíblico

Juan 11:1-44

¿Qué “Lázaro” tenemos en nuestras vidas que necesitan que Dios los llame afuera?...

En Juan 11:4
“Esta enfermedad no terminará en muerte. Servirá para mostrar el poder de Dios, y el poder que tengo yo, el Hijo de Dios”. – Traducción Lenguaje Actual

En la versión Reina Valera nos dice que esta enfermedad no es para muerte sino, para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Estamos viviendo un tiempo bien difícil en nuestras vidas, una prueba grandísima, que los que sabemos que estamos pasando por ella, deseamos que nadie pase por donde nosotros estamos pasando, porque el sufrimiento que hemos tenido ha sido grande, pero reconocemos que la gloria venidera será poderosa.

Ya Dios ha comenzado a mostrar desde diferentes ángulos su fidelidad mucho más allá de que no entendamos, o a nuestra simple humanidad no podamos comprender.  Dios está mostrándonos su amor en cada detalle hacia nuestras vidas, sea mostrando o advirtiendo, sabemos que él está al cuidado de nosotros, incluyendo nuestros matrimonios, aunque veamos lo contrario.

El versículo 4 de este pasaje nos dice que esta enfermedad no es para muerte.  ¿¡Leyeron bien!?, está separación no es para muerte, no está inerte, no está muerta… Es para que nuestro Padre, se glorifique por medio de su hijo Jesucristo.  Y que maravilloso que Dios te diga, espera mijito, no te vas a morir, yo me voy a glorificar por medio de ti.  Por medio de la vida de tu espos@ prodigo, y tú como pilar establecido, me voy a glorificar en medio de ustedes.

Lázaro significaba en hebreo – El ayudado por Dios.

Muchos de los que leen este pasaje, dicen: ahh, pero si Jesús sabía que estaba enfermo, ¿por qué no lo fue a ayudar?, o ¿por qué no llegó a tiempo?  Si eres igual que yo, en algún momento de esta prueba, esas preguntas te habrán pasado por la mente.  ¿Qué yo hice para merecer esto? y ¿Cómo es que realmente Dios se va a glorificar si lo que veo ante mis ojos carnales, es destrucción, separación y muerte espiritual?

A Jesús se le aviso que su amigo Lázaro estaba enfermo, él lo sabía, sin embargo, espero dos días más para ir a donde él.  Dios sabía que tu matrimonio estaba enfermo, Dios sabía que tu matrimonio estaba al punto de socavar, y él “no hizo nada” en el momento que nosotros creímos “oportuno”.  Y vamos a irnos un poco más profundo en esto, porque Dios nos quiere mostrar por medio de esta palabra, que él se está glorificando en nuestras pruebas.

Luego, de esto, es que Jesús decide regresar a Judea, un lugar en donde lo estaban esperando para apedrearle, para lastimarle, para castigarle.  Él dijo, lo voy a despertar porque él duerme.  Este versículo me dice a mí, que en el proceso por el cual estamos pasando, nuestr@s espos@s duermen…

En ocasiones pensamos, ¡Dios mío, si hubieras estado allí!; así como Marta le cuestionó a Jesús. Si hubieras estado allí en el momento que mi esposo decidió tomar una decisión no correcta ante esta situación… ¡sólo si hubieras estado ahí! ¿Saben?, Dios siempre estuvo ahí. Es que nosotros decidimos no darle el lugar que a Dios le correspondía para que tratase el asunto y por nuestra autosuficiencia, hicimos las cosas a nuestra manera y ahí fue que vino la muerte espiritual.  En el versículo 15, Jesús se alegró de no haber estado allí porque ahora tendríamos la oportunidad de confiar en él, en Jesús.

Cuando Marta y María se enteraron que Jesús regresaba hacia donde ellas estaban, y Jesús se encuentra con Marta, este le dice que su hermano volverá a vivir (v.23). ¿Cuántos de nosotros hemos pensado que nuestro matrimonio no volverá a vivir?. 

En una predicación escuché a un Pastor decir que Marta sabía que había una resurrección de los muertos cuando Jesús regrese a buscar su iglesia, pero en este versículo 25 de este pasaje, Jesús le quería decir a Marta que él era la resurrección, y la vida, y que el que cree en él, aunque este muerto vivirá.  Jesús es el que puede resucitar tu matrimonio y darle vida, y el que cree en él, aunque se sienta muerto vivirá por su poder y misericordia para cada uno de nostros.

Más adelante en la historia en el versículo 35, nos dice la palabra que Jesús lloró.  ¿Crees tú que Jesús no ha llorado contigo en tus momentos de necesidad, cuando sol@ en tu habitación, vas en oración y a su presencia poniéndole todas tus necesidades delante de él?  Jesús, llora contigo, todas las injusticias por las cuales te han hecho pasar, me dijo una persona una vez en una ministración.

Pero, siguiendo con la historia, de un ser humano como tú y como yo, con una situación de carne y hueso, como nuestros matrimonios… Jesús llegó al sepulcro…(v.38)… Hoy te digo, que allí donde está tu sepulcro, Jesús llega hoy. Y este es uno de los momentos más hermosos de esta historia.  El versículo 39 muestra una orden que Jesús dio: “Quitad la piedra”, aunque apeste “Quitad la piedra”, aunque pienses que huele mal, “Quitad la piedra”, aunque no tengas esperanzas y no creas, “Quitad la piedra”. Habían pasado 4 días (V.39).  Cuantas veces Jesús nos pregunta que si creemos, veremos la gloria de Dios. (v.40).  Somos incrédulos a lo que Dios pueda hacer en nuestras vidas, pedimos milagros, señales y prodigios, pero nos reusamos a creer en lo mismo que le hemos pedido a Dios, por medio de su hijo amado, que sabemos que él lo puede hacer, pero a la misma vez, no creemos que pueda pasar en nuestras vidas.  Siempre en ocasiones cuando contamos un milagro, contamos el milagro por referencia… lo que le pasó a aquel, lo que Dios hizo en el otro… Pero tiene que llegar el momento que lo que hables sobre milagros de Jesús en las vidas de las personas, sean por las tuyas propias.  Experiencias vividas propias.

El versículo 41 nos muestra que cuando quitaron la piedra, Jesús alzo sus ojos a lo alto, a la autoridad, reconocida por su hijo, y dio gracias por hacerle escuchado.  Y dirás, ¿Qué fue lo que Jesús le dijo a Dios, porque no está escrito ahí? Sabes, hay veces que Dios obrará, mucho antes de que se lo hayas pedido.  Dios está restaurando tu corazón y el de tu matrimonio, aún antes de pedírselo… él escucha desde lo más profundo de tu corazón y actúa según su voluntad.

¿Cuántos de ustedes se atreven a decir como Jesús le dijo a Lázaro?... Jesús se paró frente al sepulcro y dijo: “Lázaro, ven fuera” (v.43)… Dilo ahora, _________ (nombre de tu conyugue), sal fuera, ven fuera… y que hermoso pasaje sigue a continuación en el versículo 44 que dice que el que había muerto, salió… y vamos a detenernos un poco aquí… el que había muerto / lo que se había muerto… mi matrimonio, salió, y le desataron sus manos y pies que habían sido atados con vendas.  Poderoso es nuestro Dios… en estos momentos, nuestr@s espos@s, tienen sus manos y pies con vendas, y me atrevería a decir, que sus ojos también, pero una vez, Jesús, pronuncia las palabras, Fulano/a sal fuera, ocurre un estruendo, se conmueven las entrañas, y vive lo que estaba muerto.

No sé si puedes entender.  Lo que está sucediendo en la vida de tu matrimonio, en lo cotidiano de tus días no está muerto… está dormido y necesita de la voz de Jesús, para levantarse de entre los muertos, porque dentro de lo que está muerto, ellos están dormidos.  En ese sepulcro de muerte, ellos están dormidos, ellos no pertenecen a ese lugar… tal vez su cuerpo hiede, apesta, está podrido, pero solo duerme y necesita del toque del maestro, una vez más, para salir de ese estado comatoso en el que se encuentra, y regrese a la vida y al llamado de Dios…

En nuestras vidas, Dios está dispuesto a dar la orden de resucitar o despertar a nuestros espo@s, pero queda de ti y de mi, mover la piedra del sepulcro.

Dios les bendiga...



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